Os animo a escribir, como hizo D. Juan Manuel, un cuento con su moraleja final. El único requisito es respetar la estructura (introducción, ejemplo, consejo y moraleja).
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CHIARA ALLORI, 3HF:
Lo que sucedió a Doña Sol, mujer muy exigente.
Un día hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, y le dijo: – Patronio, desde hace mucho tiempo tengo un amigo que se comporta como si fuera la persona más culta e inteligente del mundo. A causa de su soberbia querría alejarme de él, pero es una pena porque, a pesar de todo, es un amigo fiel y un hombre de confianza. Por el buen juicio que Dios ha puesto en vos, os ruego que me digáis lo que debo hacer en este asunto. -Señor Conde Lucanor -dijo Patronio- me parece que os ocurre a vos con ese hombre lo que le pasó a doña Sol. Y el conde le rogó que le contara lo acaecido. -Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, había una mujer muy exigente a la hora de seleccionar su compañía de amigos. Le gustaba mucho organizar fiestas y como era muy rica, en su gran castillo, tenía la costumbre de invitar a gente para hacer su conocimiento. Tan rica cuanto exigente, le hacía muchas preguntas y le gustaba ponerla a prueba; pero, como cada persona tenía un defecto, ella no la quería como amiga. Cuando se dio cuenta de que había invitado a todos los habitantes del pueblo, pero no había ningún amigo, terminó su búsqueda y se quedó en soledad el resto de su vida. -Y vos, señor Conde Lucanor, si queréis podréis alejar a su amigo, pero podréis hacerlo por vuestro capricho, pero nunca por mi consejo. Al conde le agradó mucho lo que dijo Patronio, siguió sus consejos y le fue muy bien. Y como don Juan vio que este cuento era bueno, lo hizo poner en este libro y escribió unos versos que dicen así:«El que busca un amigo sin defectos, se queda sin amigos»
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SARA MASSA, 3HF:
El poder de la música
Hace mucho tiempo había un hombre muy culto llamado Don Pedro, que había estudiado y visto muchas cosas en su vida. Se le consideraba el hombre más inteligente de toda la ciudad.
Un día, una mujer le pidió ayuda porque su hijo Manuel, un chico de 17 años, no quería aceptar la idea de que tenía que crecer y continuaba comportándose cómo si fuera todavía un niño. Su madre no sabía lo que hacer, había pedido consejos a las personas más instruidas que conocía para convencer a Manuel de que tenía que vivir normalmente su vida, pero nadie consiguió hacerlo y, al final, ella pensó que sólo Don Pedro podría resolver su problema.
El sabio decidió ayudar al joven para demostrar otra vez su inteligencia y su capacidad de saber elegir las palabras adecuadas. Trató de convencer a Manuel, contándole todo lo que un adulto podía contar e hizo una lista de las ventajas de crecer, pero éstas no convencieron al chico.
De repente, un niño de 5 años con el que Manuel jugaba siempre para acordarse de su infancia, interrumpió la conversación y cantó una bonita canción. Una canción muy simple y relajante que incitaba a los jóvenes a no tener miedo del futuro, porque, a veces, es mejor de lo que nos imaginamos y Manuel, por primera vez en mucho tiempo, sonrió.
Una canción le había donado el coraje y la confianza para afrontar la vida de adulto que ningún hombre culto y sabio le había sabido dar porque:
«La música empieza donde se acaba el lenguaje»
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CAROLA CORRADI, 3HF:
El Conde dijo al leal Patronio: « Te ruego que me aconsejes qué hacer. » El sirviente respondió : « Frente a vuestra duda, quiero contarle una anédocta para que comprendáis lo que hacer. Me gustaría que conocierais la historia de un joven llamado Jorge. Él tenía una familia compuesta por tres hijos y su mujer, Ana. Desafortunadamente, el hombre no ganaba mucho dinero y mantenía a su familia a duras penas. A menudo discutía con su mujer porque ya no soportaba que ella no trabajara y que no se preocupara por su cansancio y de su estrés. Una noche, Jorge salió con sus amigos para olvidar las dificultades y la monotonía de la vida. Levantó el codo y se emborrachó. Empezó a salir frecuentemente con sus amigos, volviendo a casa muy tarde, a pesar de la preocupación de Ana. Como no renunció a su vicio, su mujer lo dejó y se fue a otra ciudad con sus hijos, llenando al pobre Jorge de dolor. Su sufrimiento era tan fuerte que sólo emborrachándose podía olvidarlo. En poco tiempo, se dio cruenta que cediendo a su vicio, no se conseguía mantener tampoco a si mismo y se suicidió por la desesperación.
Señor Conde, por eso le aconsejo que no piense solo en si mismo, sino también en su familia, a la cual siempre ha apoyado y nunca abandonará. Quiero que sepas que, a veces, es mejor renunciar a algo que nos gusta para favorecer lo que queremos.
«Ceder a un vicio cuesta más que mantener una familia»
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SERENA TONELLI, 3B:
«Los seres humanos fingimos despreciar lo que secretamente anhelamos y que sabemos inalcanzable»
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FEDERICA RASCHELLÀ, 3HF:
El hombre enamorado
El conde Lucanor tenía un problema muy grave y no sabía cómo resolverlo, entonces pidió consejo a su criado Patronio. El conde amaba a una mujer, pero no sabía cómo decírselo, porque tenía miedo de que a ella no le gustara y le daba mucha vergüenza expresarle sus sentimientos. Por eso, el criado, decidió ayudar al conde y le contó lo que le pasó a un amigo suyo que estaba enamorado de una mujer y que tenía el mismo problema…
Sucedió que este hombre estaba enamorado de una mujer muy guapa y muy rica y no sabía qué hacer, porque era un poco tímido y tenía mucho miedo de que ella lo rechazara. Él era muy guapo y un hombre muy amable, pero su problema era que no tenía mucho dinero. Al mismo tiempo, estaba enfermo y aquéllos eran sus últimos meses de vida, por lo que no tenìa nada que perder. De todas formas, no se decidió a expresar a esta mujer sus sentimientos y dos meses después murió. Cuando la mujer amada descubrió que había muerto, empezó a llorar porque ella le amaba desde hacía mucho tiempo. Ella también era muy tímida y no había sido lo bastante valiente como para expresarle sus sentimientos. La verdad era que a ella le gustaba mucho el hombre, aunque no tuviera dinero, porque era un hombre muy amable y para ella esto era lo más importante.
-Eschuchando este cuento-dijo el criado Patronio- , os digo que si queremos una cosa tenemos que hacer todo lo que podamos para obtenerla, sin tener miedo de cometer errores. Si nunca intentamos hacer las cosas, nunca sabremos lo que pasarà. Por eso, os sugiero que intentéis hablar con ella. A lo mejor esta mujer está interesada en vuestro amor, pero si no hacéis nada, nunca lo sabréis. Y si ella no os ama, lo peor que podría pasar es que rechazará vuestro amor, pero eso no es algo de que valga comerse la cabeza.Entonces,
a veces en la vida hay que arriesgar y jugarse el todo por el todo para obtener lo que tenemos, sin hacernos demasiadas preguntas ni dudando, sino actuando para que se realize lo que queremos
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FRANCESCA CALLEGARI, 3HF:
Cuento
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